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hombros ya cansados empezaron a dolerle.
 Quiere que vaya al otro lado de la pila  dijo finalmente Jenny ahora que han
despejado el camino, y que me meta en un hueco de la roca que él me indicará. Quiere
que me revise su automecánico.
 No podemos hacer eso  dijo Murdock , pero sigue hasta el otro lado de la pila.
Cuando veamos qué hay allí te diré lo que tienes que hacer.
Los dos Mercedes se apartaron y Jenny pasó a su lado. Murdock, con el rabillo del ojo,
observó el imponente montículo de piezas metálicas. Un par de cohetes bien colocados
en cada lado lo derribarían.
Rodearon la pila por el lado izquierdo.
Unos cuarenta y cinco coches les hacían frente a unos ciento veinte metros de
distancia, delante y a la derecha. Se habían abierto en abanico. Bloqueaban la salida por
el otro lado de la pila, y los seis guardias que iban detrás de Murdock cerraban el camino
por ese lado.
Al final de la fila más lejana se veía estacionado un viejo Caddy negro.
Había salido de la cadena de montaje el año en que los aprendices de ingeniero
pensaban a lo grande. Era inmenso, y brillante, y detrás del volante sonreía una cara de
esqueleto. Era negro, con un cromado reluciente, y los faros eran como joyas oscuras u
ojos de insectos. La potencia relucía en cada plano y cada curva, y aquella enorme cola
de pez parecía dispuesta a golpear el mar de sombras que se amontonaban detrás
cuando arrancaba dispuesto a matar.
 ¡Ahí está!  susurró Murdock . ¡El Coche Diabólico!
 ¡Qué grande es!  dijo Jenny . ¡Nunca había visto un coche tan grande!
Siguieron avanzando.
 Quiere que me meta en aquella abertura y que estacione  dijo Jenny.
 Continúa hacia allí, despacio. Pero note metas  dijo Murdock.
Giraron y apuntaron a la abertura. Los otros coches siguieron en el mismo lugar,
acelerando los motores.
 Verifica el sistema de armas.
 Rojo, todo preparado.
La abertura estaba a ocho metros de distancia.
 Cuando diga «ya», ponte en punto muerto y gira ciento ochenta grados... rápido. No
esperan eso. Ni ellos lo tienen. Entonces abre los de calibre cincuenta y dispara los
cohetes al Caddy, gira a la derecha y regresa por el camino que usamos para venir,
rociando con la nafta, y dispara a los seis guardias... ¡Ya!  gritó Murdock, saltando en el
asiento.
El movimiento, al girar, lo aplastó contra el asiento, y oyó el ruido de los cañones
mientras se le despejaba la cabeza. Para entonces saltaban llamas a lo lejos.
Los cañones de Jenny asomaban ahora y giraban sobre los soportes, descargando
sobre la hilera de vehículos cientos de martillos de plomo. Se sacudió dos veces al
descargar dos cohetes desde debajo de la capota parcialmente abierta. Iban hacia
adelante, y a su encuentro venían bajando por la cuesta ocho o nueve de aquellos
coches.
Jenny giró de nuevo, en punto muerto, y aceleró desandando el camino, bordeando el
lado sudeste de la pila. Sus cañones ametrallaban los guardias ahora en retirada, y por el
amplio espejo retrovisor Murdock vio la cortina de fuego que crecía allí detrás.
 ¡Erraste el tiro!  gritó . ¡Erraste el tiro al Caddy negro! ¡Tus cohetes acertaron a los
coches que tenía delante, y el Caddy retrocedió!
 ¡Ya lo sé! ¡Lo siento!
 ¡Era un disparo muy fácil!
 ¡Ya lo sé! ¡Fallé!
Terminaron de rodear la pila cuando dos de los guardias desaparecían en el túnel.
Otros tres humeaban, destrozados. El sexto seguramente se había metido antes por
aquel pasaje.
 ¡Ahí viene!  gritó Murdock . ¡Por el otro lado de la pila! ¡Mátalo! ¡Mátalo!
El viejo guardián del cementerio  parecía un Ford pero no estaba seguro se
adelantó con un espantoso traqueteo y se interpuso en la línea de fuego.
 Tengo bloqueado el campo de tiro.
 ¡Destroza esa pila de basura y cubre el túnel! ¡Que el Caddy no se escape!
 ¡No puedo!  dijo Jenny.
 ¿Por qué?
 ¡Simplemente no puedo!
 ¡Es una orden! ¡Rompe todo eso y cubre el túnel!
Los cañones de Jenny giraron y dispararon a los neumáticos del viejo coche.
El Caddy pasó por delante como una exhalación y se metió en el túnel.
 ¡Lo dejaste escapar!  gritó Murdock . ¡Persíguelo!
 ¡Muy bien, Sam! ¡Ya lo hago! No me grites. ¡Por favor, no me grites!
Fue directamente hacia el túnel. Dentro, oyó el ruido de un gigantesco motor que se iba
perdiendo a lo lejos.
 ¡No dispares aquí en el túnel! ¡Si le aciertas podemos quedar atascados!
 Ya lo sé. No voy a disparar.
 Suelta un par de granadas de diez segundos y acelera. Quizá podamos detener a
todo lo que viene detrás.
De repente salieron a la luz del día. No había ninguna señal del otro vehículo.
 Busca las huellas  dijo Murdock y persíguelo.
Hubo una explosión a sus espaldas, dentro de la montaña. El, suelo tembló.
 Hay tantas huellas...  dijo Jenny.
 Ya sabes cuál quiero. ¡La más grande, la más ancha, la más caliente! ¡Búscala!
¡Síguela!
 Creo que la he encontrado, Sam.
 Muy bien. Corre lo más que puedas para este terreno.
Murdock encontró una botella de bourbon y tomó tres tragos. Después encendió un
cigarrillo y miró desafiante hacia lo lejos.
 ¿Por qué no le acertaste?  preguntó con suavidad . ¿Por qué no le acertaste,
Jenny?
Jenny no le contestó enseguida. Murdock esperó.
 Porque para mí no es una «cosa»  dijo Jenny finalmente . Ha hecho mucho daño
a coches y a personas, y eso es terrible. Pero tiene algo, algo... noble. La manera en que
ha luchado contra el mundo para ser libre, Sam, teniendo a raya a esa jauría de máquinas
sanguinarias, haciendo lo imposible para mantenerse en esa condición, sin amo, evitando
que lo golpearan y lo chocaran... Sam, por un instante allí dentro tuve ganas de unirme a
la jauría, correr con él por las grandes Llanuras, usar en su nombre mis cohetes contra las
puertas de las Fortalezas de Combustible... Pero no podría matarte, Sam. Tú me
fabricaste. Estoy demasiado domesticada. Soy demasiado débil. Pero no le podía
disparar, y apunté mal adrede. Pero no nunca podría matarte, Sam.
 Gracias  dijo Murdock , cubo de basura demasiado programado. ¡Muchas gracias!
 Lo siento, Sam.
 Cállate... No, no todavía. Primero dime qué vas a hacer si lo encontramos.
 No lo sé.
 Bueno, piénsalo rápido. Ves tan bien como yo aquella nube de polvo que hay allá
adelante, así que date prisa.
Arrancaron a toda velocidad.
 Espera a que llame a Detroit. Se van a morir de risa hasta que pida el reembolso.
 Mi diseño y mi fabricación no son de calidad inferior. Lo sabes. Sólo soy un poco
más...
 Emotiva  sugirió Murdock.
 ... de lo que pensaba  concluyó . Antes de que me compraras no había conocido a
muchos coches, y todos eran jóvenes. No sabía lo que era un coche salvaje, y nunca
había destrozado a ninguno... sólo había disparado a blancos y cosas por el estilo. Era
joven y...
 E inocente  dijo Murdock . Sí. Muy conmovedor. Prepárate a matar el próximo
coche que veamos. Si resulta ser tu novio y no disparas, nos matará.
 Lo intentaré, Sam..
El coche que iba delante se había detenido. Era el Chrysler amarillo. Se le habían [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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